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EL ARTE ME LIBERÓ

  • Foto del escritor: Ecu Arte
    Ecu Arte
  • 25 ago 2019
  • 2 Min. de lectura

Cuando me enteré que tenía esta enfermedad me quería tirar al abandono, era yo el sustento de mi familia y sabía que con esto ya se me iría la vida, los planes y el futuro. Tener una enfermedad degenerativa no era cosa fácil, no lograba asimilar la situación y es que el hecho de tener artritis reumatoide de por sí, me había arruinado la vida.


Tenía tan solo 26 años un 17 de mayo a las 11 de la mañana cuando me dieron la noticia, recuerdo pedirle a Dios cada noche que me curara, pero no se concedió. Al inicio fue difícil lloraba todo el tiempo al saber que iba a sufrir de esta forma, pasaron 5 meses y yo estaba asimilando mi situación, me realizaba preguntas a mí misma. Había días en los que no tenía ganas de levantarme o despertar, el dolor aumentaba y trataba de ignorarlo y buscaba una forma de calmar mi depresión.


Tuve un hijo a mis 33 años fue lo que me ayudo a tener una misión, alguien por quién luchar, él dependía de mí, nació de mi vientre, lo cambió todo en ese gran momento.


Mi vida tuvo un giro de forma positiva, poco a poco y gracias a la ayuda de mi madre construí un estudio de cerámica en las afueras de mi casa, fue mi sustentó y mi principal fuente de ingreso, desde ese momento aparte de ser mamá encontré algo que me gustaba hacer y no lo veía como un trabajo si no como mi pasión ahora en mi vida hay pinceles, pinturas y paletas de colores; esta labor me ha permitido olvidarme por momentos de mi padecimiento.




Hoy, repongo imágenes de santos, lijo, pinto y luego le doy colores y acabados. También he dado clases a una joven de mi cuadra, que me repite cada día lo agradecida que está por enseñarle mi arte. La artesanía me ha ayudado mucho, ya que para mantenerme estable tengo que someterme a terapias físicas y como en la actualidad no cuento con los recursos para poder realizarlo, mi trabajo me ayuda en cierta medida.


Ahora soy madre soltera con un hijo de 20 años que lo es todo para mí, que me ayuda en los trabajos, todos los días saca mis materiales al bordillo de la calle; sin dudarlo esa es otras de las razones por las que siempre estoy de pie y lista para la guerra. Si mi hijo no se avergüenza de mí y si él cree que soy capaz de todo, no necesito nada más para vivir y ser feliz.




Quería a veces que el dolor desaparezca, sin embargo doy gracias por aún estoy con vida y a mis 53 años sigo trabajando como cuando tenía 25, ya esto para mi es una bendición de Dios creo que sus planes eran estos “que yo aprenda a tolerar” la verdad es que lo consiguió, desde ese entonces he cambiado mi vida para bien y ahora me dedico netamente a trabajar para no decaer.

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